Escribir sobre algo que quizás es muy conocido por muchos, es un poco difícil y hasta a pueda parecer muy trillado, incluso si no mal recuerdo, el gran amigo y bloggero Miguel ya escribió algo al respeto, me lo ganaste hermano.
Pero bueno, al final no me quiero quedar con las ganas de abordar ese tópico desde mi punto de vista que como bien saben; esto es muy personal y en cierta forma, es como un tributo a esos grandes personajes que uno, ya quedo en la historia y otros, la siguen haciendo.
Desde hace mucho tiempo tenía ganas de escribir algo al respecto y bueno, en los primeros meses del año corriente, se conocía una noticia que ponía de luto el lugar de donde surge todo y hasta porque no, de mi México lindo y querido.
Empezare diciendo que cuantas personas existen que realmente se desprenden de lo material para ir a un plano más espiritual, y no me refiero a que se conviertan en monjas o sacerdotes, no, de eso no me interesa hablar, de ellos ya hablan los que están abocados a esos temas, en mi caso es hablar de gente que está abocada al running, hay algunos que corren por alguna causa, tratan de reunir fondos para instituciones, para la lucha de algunas causas y hasta solo para ayudar a las personas, y ese tipo de gente, merece todo el reconocimiento del mundo.
El tema que quiero tratar, es acerca de mis hermanos que viven al norte de la Republica Mexicana, por cierto; saludos a mi gran amigo y hermano Gustavo Terrazas aunque, el no es de la estirpe que les voy a hablar pero también es una gran persona que promueve el deporte a través de eventos atléticos allá en Chihuahua.
Y ya que llegue hasta Chihuahua, lugar donde huele a tierra, hierba, maíz, historia, magia ancestral, abre los ojos, estamos en la Sierra Tarahumara.
Precisamente, de aquí, quiero platicarles de una población que se ha negado a transformarse con la sociedad, ellos hoy en día, a pesar de los siglos, se mantienen fieles a sus costumbres añejas allá en las profundidades de los grandes cañones del estado de Chihuahua
Pero vayamos por partes y empecemos por donde hay que empezar, hace un momento les comentaba que se daba a conocer una trágica noticia, resulta que “Caballo Blanco” había sido encontrado muerto en un parque nacional de Nuevo México, allá en Chihuahua, la tierra donde el decidió quedarse a vivir al lado del los Tarahumaras.
Y quien es “Caballo Blanco”?, pues les recomiendo leer el best seller de Chris McDougall, “Born to Run” (Nacidos para Correr).
Después de esto que les acabo de comentar, Micah True, mejor conocido como “Caballo Blanco”, se ha convertido en una leyenda, cosa que es aplaudible, así como aquellos que son convertidos en santos y santas por su devoción hacia lo que hacían, porque no hacer leyenda de alguien que ayudo a nuestros hermanos los tarahumaras, también conocidos como “Rarámuris” (de pies ligeros).
Michael Randall Hickman, nombre original de “Caballo Blanco”, nació en Estados Unidos en 1954, vivió en diversos lugares de la costa oeste de los Estados Unidos y después de haber sido un aguerrido boxeador semi profesional, decidió convertirse en un pacifico ermitaño para llegar e instalarse en las profundidades de las Barrancas del Cobre, en Chihuahua donde se gano el cariño y amistad de la comunidad indígena.
Ahí mantuvo su vida misteriosa y fugaz a lo largo de 20 años, tiempo en el que se dedico a ayudar a la comunidad Tarahumara y a correr en aquel paraíso.
Entre sus actividades, esta la fundación de la famosa carrera de ultradistancia “Cooper Canyon Ultra Marathon”, con salida y meta en el pueblo de Urique y con recorrido de 80 kms. entre las cañadas y montañas de la sierra.
En dicha carrera participan corredor@s norteamericanos, europeos y japoneses, además de varios mexicanos y por supuesto, Rarámuris.
Durante varios años, los Tarahumaras recibieron despensas y donativos de todo el mundo gracias a su intervención, así como por la fundación “Norawas Rarámuri”, a la ultramaraton que el mismo encabezaba y organizaba.
El ultramaraton tiene un lema que a “Caballo Blanco” le encantaba decir y que constantemente repetía: “Mientras los demás están en guerra, nosotros nos reunimos para crear paz y armonía, compartiendo lo que la madre naturaleza nos da”.
Por eso es digno de hacer un reconocimiento a este singular personaje que ya ha quedado en la historia y se ha convertido en leyenda, he platicado con algun@s, que cuantas veces estamos más preocupados por hacer riquezas, porque creemos que el que más tiene, es el más exitoso, pero el éxito también se consigue de otra forma, teniendo el reconocimiento de la humanidad por que al final, lo material no importa y se decide viajar en un plano más espiritual, espiritual en cuanto ayudar al prójimo, y creo que eso vale más que todo.
Tampoco me vayan a tachar de “loco pacifista” o hasta conformista, el tratar de hacer fortuna tampoco es malo, pero deben luchar por sus sueños.
Y para no dejar fuera el tema de los “Rarámuris”, les hablare un poco de ellos.
Los rarámuris viven en una cuarta parte del estado de Chihuahua, una de la partes más altas de la Sierra, a 1,500 y 2,400 metros sobre el nivel del mar. El 90% de la población rarámuri se concentra en los municipios de Bocoyna, Urique, Guachochi, Batopilas, Carichí, Balleza, Guadalupe, Calvo y Nonoava.
Los rarámuris ancestrales eran guerreros y politeístas, creyendo en la vida después de la muerte y en los seres benévolos y malévolos. Denominados ‘tarahumaras’ por los colonizadores y catequizadores jesuitas, quienes durante un largo período de tiempo intentaron transformar su cultura para convertirlos en fieles de la Iglesia Católica, estos increíbles moradores de las alturas lograron conservar casi intactas sus costumbres, valores, unión comunitaria y social para continuar con las tradiciones que sus ancestros mantuvieron durante los últimos 15 mil años.
Los tímidos raramuris o tarahumaras custodian un secreto milenario que les permite correr distancias enormes, a diario y con gran rapidez, sin cansarse ni lesionarse. Viven en un rincón salvaje y prácticamente impenetrable del planeta, voluntariamente recluidos entre los agudos pliegues de las Barrancas del Cobre, pero son la gente más respetuosa, saludable y feliz del mundo.
Los tímidos raramuris o tarahumaras custodian un secreto milenario que les permite correr distancias enormes, a diario y con gran rapidez, sin cansarse ni lesionarse. Viven en un rincón salvaje y prácticamente impenetrable del planeta, voluntariamente recluidos entre los agudos pliegues de las Barrancas del Cobre, pero son la gente más respetuosa, saludable y feliz del mundo.
Esta enigmática etnia del norte de nuestro país ha hecho de las carreras de larga distancia una tradición. Los Tarahumaras, o como ellos se denominan Rarámuris (pies ligeros), se han convertido en una referencia a nivel mundial por su impresionante resistencia y los precarios medios con los que realizan sus actividades. Para los Tarahumaras, el correr constituye su único medio de transporte y comunicación a través de la Sierra Occidental de Chihuahua. Esta actividad es por sí misma, uno de los pocos medios de supervivencia en el agreste paisaje chihuahuense.
Los Tarahumaras han hecho del ejercicio de correr una verdadera prueba de peso en su comunidad, creando una de las competencias más demandantes en el mundo: el Rarjipero, una carrera que dura en promedio 50 horas, y donde los participantes no ingieren alimento ni descansan en ningún momento. La mecánica de la prueba es compleja, ya que además de recorrer enormes distancias, deben ir pateando una pequeña pelota de madera (komakali), hasta llevarla a la meta. Su única indumentaria para estas pruebas son sus sandalias de suela de caucho, entre la comunidad corredora, se comenta que en cierta ocasión, en una carrera de nivel internacional, una marca famosa los quiso patrocinar proporcionándoles tenis, ellos, no se acomodaban, terminaron quitándoselos y corriendo con sus guaraches, pero bueno, la única ayuda que reciben es de parte de algunas personas que iluminan su camino o les proporcionan agua en alguna etapa de la carrera. Como una cultura autóctona, los Raramuris cuentan con grandes tradiciones relacionadas a las carreras de larga distancia, de hecho, antes de cualquier competencia realizan la ceremonia del “sanado de pies”, ritual donde se cree, se asegurará un buen trayecto para todos aquellos que toman parte de dicho ritual.
El entrenamiento es la propia vida cotidiana, desde niños se acostumbran a correr al cuidar los rebaños de cabras, ovejas o vacas que andan sueltas por el monte, o cuando van a visitar a alguien y tienen que cubrir largos tramos, lo hacen acompañados de la bola o el anillo, lo que convierte el trayecto en una forma divertida de desplazamiento.
El modelo enraizado prevalece en la actualidad, aunque han aceptado influencias externas al participar en olimpiadas y ultramaratones de carácter nacional e internacional, obteniendo excelentes resultados.
Es así como su capacidad de resistencia y dureza física son reconocidas en la actualidad, haciendo que la leyenda de los corredores rarámuris tenga un lugar en la historia.
Leí en algún sitio que este libro era increible y se lo regalé a mi marido, quedó impresionado es su libro de cabecera. El nunca ha sido de leer y este no podía dejarlo, sollo te diré que lleva a los tarahumara de fondo de pantalla en el movil.. ;)
ResponderBorrarSaludos
Es increible como ellos, esto del correr lo toman como un ritual, de hecho, hay competencias de haciendas o rancaherias contra rancherias y consiste en patear una pelota por muchisima distancia, quiza se asemeje mucho al estilo de vida de Kenia.
BorrarUn abrazo para ti Ana y a toda la "Triatlonenfamilia"
Bonita narración amigo. Sabia decisión mostrar esta portada a Caballo Blanco, todo un referente para esa comunidad indígena que ha sabido seguir viviendo sin permitir que nuestro mundo salvaje les devore.
ResponderBorrarsalu2 desde matraquilandia.
Muchas gracias mi buen amigo y hermano David "el mas matraca", pues si, una leyenda y un gran hombre, Caballo Blanco, y bien por los Raramuris.
BorrarUn abrazo!!!