Esa
maldita noche, la recuerdo muy bien, había colocado la banda del monitor
cardiaco sobre mi pecho, en ese momento el reloj marco 45 pulsaciones, a
¡caray! Pensé, están un poco bajas, considerando que siempre ando sobre 60 por
minuto.
No
le di mucha importancia al asunto y me dispuse a dormir, pasadas unas horas, de
pronto empecé a sentir una sensación, como de estar cayendo a un abismo, aunque
con los ojos cerrados, sentía que descendía hacia una oscuridad tétrica. Debo
confesarles que sentí un panico diabólico, sentía que me faltaba el aire y no
podía respirar, me estaba hundiendo y ni siquiera podía gritar ni moverme.
Escuchaba todo lo que sucedía a mi alrededor pero como he dicho, todo era
oscuridad, pero no una oscuridad a la que estamos acostumbrados como seres vivientes,
no, esta era una oscuridad sepulcral, no sé si esto sea lo que pasan aquellos
que abandonan este mundo terrenal y si al final como dicen; existe una luz, yo
no la vi, será que mi fin no es llegar al cielo.
Así
transcurrieron las horas, las pulsaciones seguían bajando y un frio espectral
se había apoderado de mi cuerpo, tenía miedo de lo que seguía, que es lo que me
esperaba.
Por
la madrugada, como a eso de las 3 de la madrugada pude recobrar ciertos
sentidos como la vista y poco a poco mis músculos se destensaron y empezaron a
adquirir movilidad, del pulso ni me acordaba en ese momento ya que me
encontraba helado, creo que la muerte me había dado el beso que da a aquellos
que la acompañan, aunque en mi estupor no entendía bien que estaba pasando.
Sin
importar la hora que era en ese momento, me calce la ropa deportiva y salí a
correr, en ese momento algo me llamaba a hacerlo y yo sé muy bien que al correr
se liberan todas las tensiones, que mejor remedio pensé.
Todavía
sobre mi pecho estaba la banda del monitor cardiaco, así como si fuera parte de
mi ser, como si la hubieran adherido a mí.
El
ritmo cardiaco andaba como loco ya que de repente la pantalla marcaba
pulsaciones muy pero muy elevadas y de repente drásticamente descendían hasta
cero, ¿será acaso que ya estoy muerto? pensaba para mis adentros, "no, no lo
creo, aun estoy aquí, vivo, corriendo".
Las
calles de la gran ciudad, para ese momento se encontraban completamente
abandonadas por todo vestigio humano, ni siquiera automóviles circulaban por
las calles, parecía que todos se habían guarecido de una noche infernal.
La
oscuridad que se cernía sobre las casas dormidas, era más negra que de
costumbre, inclusive parecía librar una batalla con alguna que otra lámpara que
débilmente trataba de iluminar hasta el último rincón de las mortecinas arterias de la ciudad, pero no, la negrura de
la noche era más fuerte y hasta parecía que terminaba ganando la batalla.
Había
que ir con mucho cuidado, vigilando donde se colocaba el pie y con el temor de
pisar en falso y terminar lastimado.
Así
iba corriendo, solo en la oscuridad cuando de repente, empecé a sentir que
alguien o más bien varios venían detrás de mí para colocarse a mi lado y correr
conmigo, trataba de aguzar la vista y no distinguía nada, pero la sensación de
que estaban ahí, la tenia.
De
repente empezaron a dibujarse unas siluetas borrosas ante mis ojos, trataba de
ver que era exactamente lo que estaba sucediendo pero no alcanzaba a distinguir
gran cosa, para ese momento ya no había pulsaciones en mi corazón, parecía que
se había largado a dormir y me había dejado solo con mi trance.
Las
figuras, lo poco que alcanzaba a ver, era que eran extremadamente delgadas, un
poco más altas que yo, tenían una cadencia al correr que parecía que flotaban
sobre el piso, así íbamos corriendo a la par, serian como unos 5 personajes que
me acompañaban aunque no mediaban palabra conmigo.
Poco
a poco dejaron ver su apariencia, para ese entonces, y no sé porque razón, y a
pesar de que iba corriendo, me encontraba completamente congelado.
Pero
ahora si tratare de describir a mis acompañantes nocturnos, ya que para esos
entonces ya se habían hecho visibles en su totalidad, como dije; eran
extremadamente delgados, tenían una tez cadavérica y eran completamente pálidos,
los labios morados, la piel, por lo que pude ver, la tenían pegada a los
huesos, fácilmente sobre so rostro, podías distinguir una fisonomía cadavérica,
podía darme cuenta que debido a lo delgado que eran, sus desplazamientos eran
muy, pero muy rápidos, quizá por ese motivo no intentaba escapar de ellos, sabía
que con mucha facilidad me alcanzarían, solo me quedaba esperar a ver que sucedía.
De
ropa, no llevaban nada encima, aunque aparentemente tampoco se encontraban
desnudos, su pies, de la cintura hasta abajo, eran sumamente delgados, al igual
que los brazos y manos, los dedos de las mismas, eran largos y afilados, pero
no eran garras. Con esta descripción cualquiera pensaría que eran
extraterrestres pero no, eran seres que no eran ni de la tierra, ni del
espacio, quizás alguna creación de alguna mente enferma.
Por
tan atento a ellos, había perdido el sentido de ruta, no me percate cuando
sucedió el cambio, mas de repente ya me encontraba corriendo entre lugares
encantados, lugares de pesadillas, en escenarios de terror, todo era tétrico en
ese lugar como salido de alguna fantasía diabólica.
Mas
de pronto y en un dialecto no utilizado por lengua humana, empezaron
comunicarse conmigo, porque razón les entendía, no lo sabía, pero lo que me
decían era tan claro para mí, como las aguas cristalinas que alguna vez
poblaron la ciudad y hoy en día son ríos de aguas negras y pestilentes.
De
lo poco que recuerdo, el dialogo se desarrollo así:
-
Has exagerado
mucho en tus objetivos y has llegado al punto en que no eres ni de un lado ni
del otro, tu empeño por trascender te ha llevado hacia el camino a zonas
lúgubres y mortales, poco a poco te has ido convirtiendo en uno de nosotros,
bienvenido al infierno.
A
todo esto conteste:
-
¿Pero cómo es
eso? si lo único que he hecho es ejercitarme.
-
Sí, pero
entre eso has viajado a mundos que solo mentes enfermas pueden crear, al final
tu eres un instrumento de alguien más que muchas veces sirve para motivar y
otras veces para atraer súbditos, en tu caso has sido lo segundo, y en cierta
forma debemos de estar agradecidos contigo, llegara el momento en que pases, completamente
a ser parte de nosotros y vivirás como un “corrfd”.
-
Un ¿qué?
Pregunte.
-
Un “corfds”, así
nos conocen en el universo astral, hemos creado una nueva religión, somos seres
que como tú, buscamos llegar al mas allá, y no nos dimos cuenta cuando cruzamos
esa puerta que llaman la cuarta dimensión y hoy habitamos estos lúgubres
valles, como te dije al principio, tu ya la has cruzado pero aun no eres
completamente de nosotros.
Alguna vez por ahí escuche alguna referencia hacía estos seres, de algún loco escritor o corredor, "Vayamos a los bosques", creo que así se llamaba el escrito donde lo leí, pero supuse que solo era fantasía de esa mente enferma, pero en este momento, aquí estaban, de forma material ante mi.
Alguna vez por ahí escuche alguna referencia hacía estos seres, de algún loco escritor o corredor, "Vayamos a los bosques", creo que así se llamaba el escrito donde lo leí, pero supuse que solo era fantasía de esa mente enferma, pero en este momento, aquí estaban, de forma material ante mi.
-
Entonces ¿cuál
será mi destino? pregunte lleno de terror, yo debo regresar de donde provengo, estoy seguro que esta es una
maldita pesadilla.
-
¡Ja ja ja! eso
es lo que creen todos cuando llegan aquí, y muchos hoy en día siguen pensando
que esto es un sueño, pero ¿qué es un sueño? quizá solo sea un despertar hacia
la muerte, un viaje a dimensiones desconocidas donde nunca seres humanos han
estado ahí, tú has llegado a esos lugares y por eso estas aquí.
Sintiendo
un poco de miedo agregue:
-
Es que yo
debo regresar, tengo todavía muchas cosas que hacer.
Aquel
ser me respondió:
-
Como ya te
dije; aun no eres del todo de nosotros, pero ten por seguro que llegara el
momento en que pases a ser por completo uno de los nuestros, es que acaso no
muchos te dicen que ya estás muy flaco, es que acaso tus piernas y brazos no
son muy similares a los nuestros.
Un
frío de ultratumba se apodero de mi ser al voltear y ver mis piernas y brazos, efectivamente, tenían razón, ya que la piel, la tenía por completo adherida a
los huesos, donde alguna vez existió carne, no quedaba nada de ello, se podría
decir que era solo el pellejo el que forraba mi masa ósea, los dedos de las
manos, en cierta forma se tornaban esqueléticos.
-
¡Es cierto! Grite lleno
de terror.
Trate
de correr lo más rápido que pudiera y así escapar de una vez por todas de esa
pesadilla infernal y para mi desagrado, pude darme cuenta que también flotaba
como esos seres demoniacos.
Mi
respiración era jadeante, así como aquel que trata de escapar del infierno,
aquel que trata de escapar, de sus propios demonios.
No
sé como paso, cuando volví en sí, me encontraba en casa con los ojos desorbitados
y balbuceando ciertas incoherencias, algo así como:
-
Tarde que
temprano me convertiré en un “corfd”, tenían razón, una nueva religión ha
nacido, el “terror-running” se apoderara de nosotros, ¡¡¡aaarrrggggghhhhhh!!!!!
Hola Mauricio, llego a tu blog desde otros blogs amigos. Me ha gustado tu historia mucho, con tu permiso me quedo por aquí. Un saludo desde España y decirte que Mexico ha tenido siempre grandes corredores!
ResponderBorrarQue tal Sergio, muchas gracias amigo y para mi es un orgullo y un honor que gente como tu, me visite y decida quedarse.
BorrarEfectivamente, México en la década de los 80 tuvo muy buenos corredores, lastima que hoy en día el semillero se haya acabado, esperemos que regresen las glorias.
Recibe un fuerte abrazo y de nuevo muchas gracias